Soy pequeño, muy pequeño,
pero oigo, sueño y siento.
Me veo en tus brazos seguro y caliente,
durmiendo tranquilo sólo por tenerte.
Oigo en el silencio –y me siento contento de oir- el latido de su corazón. Y aquí en mi escondrijo ya oigo su voz, y ella me relaja con cada canción.
Y sueño con verte, saber cómo eres, pues aunque sé poco ya sé cómo hueles. Que me sientes dentro y aunque no me ves ¡ya me estás besando!.
Te estás preguntando cómo son mis ojos, y cómo es mi pelo, si soy feo o guapo.
Pero no te importa cómo pueda ser pues tú eres mi madre y me vas a querer.
Pero algo pasa, siento algo extraño, ¿verdad mamá que no me harás daño? No oigo mi latido y tampoco el tuyo.
No oigo ningún ruido y me siento solo.
¡Me han despedazado! Eso es lo que siento y me han arrancado de mi otro cuerpo, donde yo dormía, donde yo soñaba, con verte prontito, con verte la cara.
Ya no podré nunca dormir en tus brazos, notar tus caricias, ni sentir tus manos.
Ya no podré nunca asomarme a tu risa, ni pasar mi manita.
No sé por qué lo has hecho. No sé por qué ha sido pero a cada segundo y a cada latido estaré en tu mente, nunca me habré ido.
Estaré en tu vientre y en cada mirada y hasta la sonrisa de cualquier chiquillo.
Estaré en tus brazos siempre tan vacíos.
Y tu corazón siempre estará herido.
No podrás reir, no sin recordarme.
No podrás hablar, te faltará el aire.
No podrás amar…
No podrás soñar…
¿Acaso no fui yo tu amor y tus sueños?
Adiós mamá, te quiero
Pero me fallaste.
viernes, 27 de marzo de 2009
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